Por ejemplo, si tuvimos unos padres muy estrictos, que relativizaban nuestros éxitos y se enfocaban en nuestros fracasos, es possible que siempre pensemos en todo lo malo que hacemos, dejando de lado todas las cosas buenas que sin duda hacemos.
Cuando sentimos miedo solemos ser más cautelosos que en otros momentos. Por lo que inconscientemente nos cuestionamos nuestras acciones y automáticamente nos autosaboteamos.
Nuestro diásymbol interno corresponde a aquella conversación que tenemos con nosotros mismos. En ocasiones no somos conscientes de las palabras que nos decimos, de esta manera podemos tener diálogos asertivos pero también negativos.
Nadie nos motivaba a ser mejores cuando éramos niños, o por el contrario nos despatchedíamos presionados para lograr el éxito y hemos recibido el mensaje de que nunca era suficiente.
Se trata de un proceso de reflexión auténtica sobre lo que queremos y sobre qué ha pasado para que fracasemos una y otra vez. Lo que a lo largo de los años ha podido ir generando en nosotros una sensación de impotencia.
Entender cómo funciona nuestra voz interior desde un punto de vista científico puede ayudar a destigmatizar y dar sentido a la experiencia humana de la introspección y el diásymbol interno.
Si tus pensamientos te hacen sentir ansioso o estresado, intenta practicar la relajación o la meditación para calmar tu mente.
Es decir, tenemos un parte de nosotros mismos que nos cuida, protege y orienta en la vida, y nos ayuda a desenvolvernos en el mundo. Al igual que los padres hacen con sus hijos, nuestro padre interior tiene dos funciones básicas:
Muchos incluso reportan ventajas, como una mayor capacidad para estar presentes en el momento o una menor tendencia a la rumia psychological.
Empiece a desafiar su zona de confort y enfrente sus miedos. El camino hacia la mejora rara vez es recto. Debes aprender a afrontar tus fracasos y aceptar lo que no puedes cambiar.
Aquí se vuelve importante aprender primero a reconocerlas y comprenderlas. Para luego ir expresándolas a nuestro ritmo, y de una manera adulta en el que el objetivo no sea culpar o herir al otro.
Son nuestros pensamientos los que desencadenan las emociones, no las situaciones, estamos acostumbrados a decir “estar aquí me hace feliz” pero esa es una creencia incorrecta, el lugar nada tiene que ver, son nuestros pensamientos que se convierten en una realidad a click here través del mapa de nuestro cerebro.
Esta perspectiva nos ayuda a mantenernos motivados y resilientes frente a los inevitables desafíos de la vida.
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